Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos tener mentes limpias, que piensan en las cosas puras y virtuosas y que buscan lo que es digo de alabanza?
Una de las maneras es ayudando a nuestros hijos tener acceso a las cosas bellas en el mundo. Para nosotros, eso significaba buscar lo mejor—no solamente lo mediocre.
Les explico.
1. Buscamos la mejor literatura, los libros clásicos de siempre, literatura de calidad y usando palabras literarias. A una edad muy temprana, los expusimos a la Biblia y no solamente a las historias bíblicas (aunque ellas también). Compramos libros divertidos escritos por cristianos, para que pudieron leer historias de aventura con lecciones cristianos y un contenido moral.
2. Llevamos a los niños de vez en cuando a conciertos de orquestas y a bailes folklóricos. Escuchamos la música clásica y sagrada en casa. Tuvieron la oportunidad de tomar lecciones de piano desde una edad temprana. Cantamos juntos en el coche.
3. Buscamos la belleza en la naturaleza. Tenemos libros en casa sobre los árboles, plantas, flora, y fauna de donde vivimos. Cuando veíamos algo nuevo, lo buscábamos en los libros. Anduvimos en la montaña, en la playa, y en caminos rurales. Sacamos fotos de la naturaleza a nuestro alrededor.
4. Animamos a nuestros hijos expresarse en el arte. Siempre tenían acceso a rotuladores, lápices, ceras de colores, acuarelas, etc. para poder hacer sus dibujos y pinturas. Ninguno de los dos resultó ser artista, pero se expresaban a lo largo de su juventud, y eso es importante.
5. Buscamos lo positivo acerca de las personas. Sé que siempre hay mucho negativo—en cualquier persona. Pero, nuestros hijos aprendieron a buscar lo mejor en los demás. (Todo el mundo tiene algo positivo.)
6. Intentamos ayudar a nuestros hijos buscar siempre la excelencia. Se pone la mesa bien y la decoras con flores del jardín. Se hace la cama sin arrugas (a partir de cierta edad.) Se hornea midiendo bien los ingredientes. Queremos que se fijen en los detalles.
7. Enseñamos a nuestros hijos apreciar lo sencillo: las venas de una hoja, los pétalos de una flor, la belleza de una piedra del río, los colores de los árboles en otoño, el diseño de las ramas sin hojas . . . . Y les enseñamos cómo usar las cosas sencillas, como las piñas, esferas y velas para decorar la casa para la Navidad.
Una de las grandes ventajas de enseñar a los hijos en casa es que se puede ayudarles a fijarse y a pensar en lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza. ¡Vaya privilegio!