prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Las Metas nos inspiran, nos mantienen enfocados en tiempos difíciles, nos re-enfocan si nos distraemos, y cuando las hemos alcanzado nos ayudan a manera de experiencia y más ánimo para seguir adelante hacia la próxima meta.
En cada área de la vida debe de ver metas, incluyendo al área de la educación en casa. Al principio de cada año escolar yo me siento con mi pluma y papel (o mi computadora, como sea el caso) y hago una tabla para cada uno de mis hijos (aun los preescolares). La tabla incluye mis metas a corto plazo (de aquí a la mitad de camino del año escolar) y mis metas a largo plazo (de aquí al final del año escolar). Obviamente porque creo que “es más importante que el niño sea quien debe ser a que solo sepa lo que debe saber” (leer más sobre esto aquí) voy a incluir metas espirituales y de carácter, así como las metas educativas y o de desarrollo físico.
Por ejemplo: Mi hijo de 7 años –
Metas de corto plazo:
Educacional: que termina sus tareas de matemáticas hasta lección #80 antes de Navidad. Que conteste correctamente 19 de 20 problemas de matemáticas en 10 minutos.
Carácter: Dominio propio y la obediencia completa y rápida.
Desarrollo físico: Que aprenda a montar bicicleta.
Biblia: Que memoriza los libros de la Biblia antes de Navidad.
Carácter: dominio propio, obediencia, servicio a otros.
Desarrollo físico: clases de natación – que aprende a nadar antes del verano.
Biblia: Que memorice los libros de la Biblia, Salmo 1, y Juan 3.
Yo oro acerca de estas metas, y también las presento a mi esposo para que juntos podamos decidir cuales metas poner a cada hijo. No serán iguales para cada hijo, aún si son gemelos, porque cada hijo es diferente que el otro, con diferentes talentos, y necesidades. Algunos batallan más que otros en ciertos áreas y queremos ayudarles a vencer y crecer para la gloria de Dios.
De ves en cuando durante el año regreso a estas metas para evaluar si hay progreso. A veces me doy cuenta de que vamos bien con algo, pero que olvide por completo trabajar con otra cosa. Puedo re-enfocarme y seguir adelante hacia la meta. A medio año, saco las metas para otra evaluación y si es necesario hago unos ajustes para guiarnos por el resto del año. Y al final del año otro evaluación. ¿Cumplimos? ¿Alcanzamos la meta? ¿Que fue lo bueno de este año? ¿Que fue lo malo? ¿Qué queremos repetir, y no repetir? Y anoto otras ideas para el año siguiente. Hay años en que sobrepasamos algunas metas y hay años en que no alcanzamos a las metas originales. El chiste es que aunque no realizamos las metas, si llegamos más allá de lo que hubiéramos hecho sin metas.
“Nunca eres demasiado viejo para establecer otra meta o para soñar un sueño nuevo.”
© 2012 Lemonhass
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