Hoy tenemos el privilegio de conocer a Alejandra, una mama que nos quiere compartir su historia para que sea de ánimo a otras familias o papás que están considerando la educación en el hogar. Si usted educa en casa y usted o sus hijos les gustarian compartir su historia con nosotros, favor de mandarnos su historia aqui.
Conociendo a Homeschooling
Para comenzar les platicaré que mi esposo y yo nunca pensamos en educar en el hogar, bueno, ni siquiera teníamos el conocimiento de que esto se pudiera hacer; sabíamos que algunos misioneros conocidos nuestros lo hacían por cuestiones prácticas ya que no permanecían por mucho tiempo en algún lugar; pero la verdad es que nunca pensamos que nosotros pudiéramos hacer algo así.
De hecho en ese tiempo era tanta nuestra ignorancia en el tema, que llegamos a creer en todos estos mitos que son tan comunes en relación con la educación en el hogar y a pensar que hacer eso era como un “suicidio social e intelectual” para nuestros hijos. ¡Nada más lejos de la verdad!
Pues así comenzó nuestro peregrinar con nuestros hijos por las escuelas, mi esposo y yo siempre buscando “lo mejor” para ellos, buscábamos buenos colegios y por supuesto procurando que además de una educación académica también les proveyeran de una educación religiosa que fuera de acuerdo con nuestras creencias, o sea buscábamos colegios cristianos. De esta manera mi hija cursó sus tres años de kínder y 4 años de primaria y mi hijo sus tres años de kínder y 2 años de primaria.
Una Decisión Importante
Yo sé que Dios empezó a trabajar con nosotros desde mucho tiempo antes, preparando nuestros corazones y comenzó a cambiar nuestra mente poco a poco, hasta que llegamos al punto de creer que la educación en el hogar podría ser una opción para nosotros y para nuestros hijos.
Todo empezó cuando nuestra hija terminó el kínder y por diversas circunstancias, se quedó sin estar inscrita a la primaria, entonces me recomendaron una escuela cristiana muy pequeña y personalizada en donde me la podían aceptar aunque el curso ya hubiera empezado; así que mi esposo y yo fuimos a entrevistarnos con la directora y comenzó a asistir a la escuela.
Para nosotros todo era nuevo, el sistema era realmente muy autodidacta y personalizado, no había un maestro al frente explicándoles a 20 niños una misma lección, sino que cada niño organizaba su aprendizaje y planeaba por día lo que iba a estudiar. Después nos enteramos que ese sistema había sido diseñado muchos años antes para que los padres pudieran dar la escuela a sus hijos en casa y se nos hizo interesante y comenzamos a meditar en el asunto.
Cuando nuestro hijo terminó el kínder sin pensarlo lo inscribimos en la misma escuela, y al final de su primer año, mi esposo y yo ya estábamos considerando seriamente el tema de educar nosotros mismo a nuestros hijos en la casa con este sistema.
Bueno para no hacerles el cuento largo a finales de ese año escolar ya estábamos orando porque el Señor nos guiara en esta decisión tan importante; un día nos sentamos con nuestros hijos y les planteamos esta posibilidad, fue interesante porque nuestra hija inmediatamente dijo que sí, pero a nuestro hijo no le gustó la idea, así que seguimos orando durante un año más, pues no queríamos forzar ninguna situación en ellos, pero sobre todo porque nosotros aún no estábamos plenamente convencidos de hacerlo; aún teníamos muchas dudas, existía la oposición de la familia externa, y como les platiqué en un principio teníamos en nuestras mentes muchas de las objeciones típicas que se tienen cuando piensas en tener a tus hijos fuera del sistema tradicional de educación.
Pasó todo un año, durante el cual oramos mucho como familia y nos dedicamos a investigar qué era esto realmente, preguntando, indagando aquí y allá; encontramos mucha información, descubrimos que más familias estaban en esto, pero sobre todo y lo más importante fue que hubo un momento en que Dios nos fue cerrando puertas y mostrándonos claramente que era esto lo que debíamos hacer. Así que dejamos de resistirnos a la voluntad de Dios y dimos el primer paso; no sin temor, pero confiando en la soberanía de Dios y su bondad para con nosotros.
Hoy en Día
Han pasado casi seis años desde entonces, nuestra hija está ahora en primero de preparatoria y nuestro hijo está a un año de concluir la secundaria y puedo decirles que ha sido la experiencia más maravillosa de nuestra vida y si tuviera que arrepentirme de algo, sería de no haber comenzado antes.
Puedo decirles por experiencia propia, que todos esos mitos acerca de la educación en el hogar son falsos, pero sobre todo, y lo más importante, es que Dios nos mostró que la responsabilidad de guiar a los hijos en sus caminos, es de nosotros mismos como padres y que no lo puedes hacer de una manera correcta si delegas esa responsabilidad a terceras personas o a instituciones. En Deuteronomio 6:6,7 hay un mandato muy claro y específico de Dios que dice:
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón; y las repetirás a TUS HIJOS, y hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, y al acostarte y cuando te levantes.
Como padres, no podemos huir de este deber y de esta responsabilidad, delante de Dios somos responsables de las vidas de nuestros hijos y un día daremos cuentas de lo que hayamos hecho con ellos.
Sin importar la manera en que ellos reciben su educación, hay que guiar a tus hijos en los caminos de Dios, mostrándoles mas que nada a Cristo y dejándoles ver la Gloria de Cristo y su obra redentora, terminada, completa, su sacrificio perfecto, sin mancha, en toda tu vida, en todo lo que hagas y no te arrepentirás nunca.
Alejandra vive en Guadalajara, México. Ella estudió licenciatura en diseño de interiores e instructor de música. Actualmente se dedica de tiempo completo a su hogar y a cuidar y educar a sus hijos.